Me encontraba solo en una habitación, sobre la alfombra con luz tenue. Armaba algunos rompecabezas, al costado tenía un vaso de leche y un plato de galletas, era una tarde normal, o quizá una mañana, pudo bien ser una noche, el sol nunca me alumbró en esos entonces, solo existía una forma de saber que hora era... Al fondo de su silencio había algo que perturbaba, gritos... ruido de una pelea marital seguramente, no tenía la mas mínima idea...
Antes, acostumbraba llorar, correr con ellos y decir con el alma desgarrada, con fé y lleno de ilusión gritar: -¡No peleen mas!-. Pobre de mí, en ese momento perdí más que el tono uniforme de mi piel, surgieron en mi heridas, hematomas dirían algunos, maltrato le dirían otros, inhumano, hostil, abusivo, imperdonable... Yo le llame error, al principio pensé que fue solo su error, pues pensaron que así no me inmiscuiría más, luego descubrí que fue mi error, el error fue pensar que pensarían mientras estaban enojados. Es así como cada noche sabía que pasaban ya de las 10 pm, al escuchar los gritos de mis padres siempre puntuales, era la señal de que debía cepillar mis dientes, para dormir justo en la recamara adyacente, solo eso.
Con ese procedimiento matas a una persona que acaba de nacer, porque al nacer biológicamente an nos faltan pensamientos, sentimientos y carácter para ser una persona. Cuando comencé por fin a ser alguien, el tener afecciones era lastimoso, solo sentía algo por dos personas y esas dos me lastimaron innumerables veces hasta que los sentimientos se vieron como una carga. Dando así paso a un ser con la idea de que los sentimientos solo permitían dolor, pues jamás tuvo de la convivencia y el compartimiento algo distinto a dolor.
 
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